Hoy, tomábamos una excursión al parque (esa reserva naturaleza) dentro de Puerto Madero. La concepción me parecía muy interesante: una extensión de verde, en el medio de esta ciudad bulliciosa y grande. Pero no sea lo que imaginaba. Por uno, hace (por alguna razón) mucho, mucho calor. Y no fue calor seca: fue calor húmedo, que se siente agarre su piel sudorosa. (Permiso, solamente quiero escribir un poco como Borges.)
Por segundo, había un enjambre de mosquitos. Para ellos, fue una fiesta grande, y ellos festejaban. Nosotros éramos el jamón de la Navidad. Finalmente, la playa era llena de basura, y olfateaba un gran hedor.
Pero, como se dice acá, ya se fue. Y no quiero ser quejoso. Después de nuestra excursión fui a UADE para hacer ejercicios. Toda salía bien, y (esto no es muy importante en la superficie, pero por mi “topografía infernal” me parece muy importante) cuando llegué a casa a las 7, tarde y después de la puesta del sol, sentía un gran sentimiento de orgullo. Estoy adaptando bien, creo. Vamos a ver.
Creo que sí, que ya en tu primera semana te estabas adaptando. Especialmente porque estás pensando topográfica y Dantescamente. Los infiernos siempre fueron terrenos literarios o mitológicos, no?
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