Monday, April 11, 2011

Una tarde de té.

Hoy tombaba té con mi familia acá: toda mi familia. Llegaron tres hijos de mis padres que hasta ahora no había visto. No recuerdo todos sus nombres (había uno llamado Joaquín…), pero estoy escribiendo sobre esta experiencia porque me ha dado un sentimiento muy, creo, importante.

Fue cuando estaba jugando con el niño de la hija de mi “padre” acá cuando conocí que actualmente, mi familia y la cultura acá es muy muy muy similar a la cultura y la familia de yo, y, creo, todo el mundo. Todas las sonrisas son las mismas, todos los chicos son como pequeños exploradores, y todas las familias (en general) les aman.

Yo sé, yo sé, es un poco cursi. Pero todavía fue una revelación, casi. Los hombres (yo incluso) dejaron a la mesa un momento para mirar los Masters (golf), y había un poco tensión cuando me encontraba aclamar por Tiger y los otros por Cabrera. Me recordó de los juegos de básquet que miraba en mi casa con amigos en Michigan.

Todo esto quizás parezca aburrido. Para mí, esa tarde fue algo que me ayudó mucho a crecer un sentimiento real de “acá puedo vivir, acá está mi hogar, o, por lo menos, mi hogar lejos de mi hogar.” Aunque no me gustaría admitirlo, los varones también a veces tienen añoranza. El té esta tarde hizo mucho para reducirlo.

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